domingo, marzo 16, 2008

Volver (escrito para una revista)

Me llegó una convocatoria de una revista de mi U, y pues yo siempre había querido escribir algo para ellos así que decidí aprovechar la oportunidad. Proponian que se escribiera sobre politica, economia, sociedad, cronicas o relatos de viaje. Y pense en escribir sobre mi viaje.

Volver.( para oir con la cancion de gardel.)

Pocas veces en mi vida he viajado a algún lugar de veras interesante; nunca he hecho uno de esos viajes a lugares extraños, no he comido cucarachas en Malasia, ni he probado la sopa de gusanos de seda, nunca estuve perdido en el desierto, jamás naufragué por días hasta que un barco pesquero me encontró por casualidad. Y como nunca he salido del país no he montado en un bus de dos pisos, o escrito mi nombre en la torre eiffel; no conozco las prisiones de Afganistán, ni he sido perseguido por neonazies en las calles de Madrid. Hay, sin embargo, un viaje en mi vida que realizo de forma rutinaria dos veces al año. En junio y en diciembre, sin falla, abordo un avión que tras un vuelo tormentoso de hora y media me deja en Cartagena, mi ciudad natal.

Hace unos años una amiga, nacida en Bogotá, me dijo que no le gustaba volar a Cartagena, primero porque siempre viajaba allá con su abuelo; cuando él murió el viaje resultó ser tan triste que ella y su familia abandonaron la ciudad tras un par de días, nunca más volvió. Pero había otra cosa que no le gustaba, y eso es precisamente lo primero que veo cuando llego a Cartagena sin importar en que silla me halle, si es de día o de noche, si estoy de buen o mal humor. Ella se sentía adolorida por las casas tan pobres que se pueden ver al lado de la pista al aterrizar. Ella no es la única que siente eso, no hay manera de evitar condolerse. He oído que para resolver el problema hay una petición para construir en ese lado de la pista un muro que evitará que los turistas se sientan desgraciados.

El clima puede ser agradable de a ratos, la noche es más bien fresca a veces, y Cartagena tiene la ventaja de tener una vida nocturna interesante, claro, de vez en cuando . Ahora si a uno le gustan las experiencias extremas, Cartagena ofrece una experiencia única en el mundo: resucitar. Sólo se necesita un cuarto caliente y tener un par de horas libres. Se entra al cuarto, se apaga el abanico y cualquier cosa que refresque. Uno se acuesta y se permite ser poseído por el calor y el cansancio. De repente habrán pasado dos horas, el cuerpo te duele, el alma te duele, y tienes la sensación de que probablemente estas en el infierno. La buena noticia, tras un baño con agua fresca uno puede terminar de despertar, la mala noticia es que las neuronas perdidas no se recuperan.

Hay otra actividad en la que Cartagena destaca, el aspecto culinario. Si uno tiene guía (en mi caso es útil, no porque me pierda si no porque ya no conozco los lugares de moda) le puede pedir que lo lleve a donde su expendedora de fritos de confianza. Uno puede comerselos tranquilamente porque la mayor parte de los mitos sobre estas mujeres son falsos, y aún suponiendo que fuesen verdaderos, esos manejos antihigiénicos sólo le podrían mejorar el sabor a la masa.Se debe aprovechar para cenar algo de comida árabe; sin importar lo que uno piense de ellos, o lo conflictivos que parezcan en las noticias, suelen cocinar bien.

Claro, uno no puede irse de Cartagena sin visitar los sitios históricos. Yo siempre me prometo tomarles fotos para no tener que ir a ellos nunca más, pero para tomarlas necesitaría ir a ellos. Por haberlos conocido todos le propondría al viajero los siguientes planes: visitar el castillo de San Felipe, caminar por las murallas desde la india catalina hasta el hotel Santa Clara, sentarse en el parque de Bolívar a ver a los mejores ajedrecistas del mundo darse mate en tres jugadas, y finalmente ver televisión en su cuarto de Hotel, el resto de Cartagena se ve mejor en fotos.

Si el aburrimiento lo está matando salga a la calle, y busque algún habitante de ésta que se vea particularmente callejero. Invítele a una gaseosa bien fría y pregúntele por su vida, él le contará que estudió una carrera en el exterior, que fue una de las personas más brillantes de su generación, que ganaba millones, y que lo dejó todo por una mujer. Iban a escaparse para vivir juntos en un lugar en que nadie conociera el pasado de ella. Él le contará que lo abandonó en la iglesia, que sólo le dejo una nota pidiéndole que la entendiera, que la dejara en libertad. La historia será escuchada con asombro, y él se marchará al poco rato sin contar toda la historia, desaparecerá antes de que usted pueda reaccionar. Dudara luego de su historia, pero puede ser verdad, Cartagena cuenta con el mayor numero de locos ilustrados del mundo, algunos incluso son personas respetables.

1 comentario:

Eliana dijo...

Je.. yo también tuve interés en participar en la convocatoria, pero la neura no me dejó escribir nada medianamente decente y que valiera la pena mandar.

Mil gracias por la visita.