viernes, mayo 30, 2008

Venus

Ultimamente mi trabajo creativo se ha dirigido sobre todo a una especie de ciencia ficción futurista. Tengo dos proyectos en mente, uno llamado Demihumanos es la historia de la sociedad que reemplaza a los humanos tras nuestra desaparición. Y somos reemplazados por seres mitad humanos y mitad animales que fueron creados por nosotros, los demihumanos. La cosa ha ido derivando a una guerra entre los herbivoros y los carnivoros, la ascención de una especie de mesias llamado Rhesus, y una gran cantidad de critica a la humanidad actual. Sinceramente nada de eso me ha parecido satisfactorio. Lo otro que he escrito aún no tiene nombre, y quizas termine siendo sólo una colección de cuentos de un momento en que los humanos conviven con las maquinas. Y el cuento que voy a postear es uno de esos, el que me parece mejor hecho( y el unico que tengo a computador. Seamos sinceros, esa es la verdadera razón).


Lo encontraron en la mitad de la sala. En su mano derecha tenía un dibujo, y en la izquierda un vaso de cristal roto. Un trozo del vaso estaba clavado en su pulgar, y pequeñas esquirlas brillaban como escarcha en la alfombra. En la imagen que sostenía, se podía ver al hombre acompañado de una mujer en un lugar parecido a un laboratorio. El hombre era un don nadie, debía ser un operario en alguna empresa desconocida, una de esas personas que pasan por la vida sin dejar huella.Su numero según los registros era 35738414. Pero ella era conocida por todos. Claro no ella, no ese ginoide en particular, sólo su modelo, el NM-24.

Era por todos sabido, que el NM-24 era la mejor opción para cuidar de los niños recién nacidos, un error en su programación le hacía comportarse cómo si en verdad fuera humana. Es por eso que el mismo modelo, sin alteraciones, se había estado utilizando por los ultimos 30 años. Claro que existían otros androides y ginoides que se involucraban en la educación y la crianza de los niños, pero el NM-24 era el primer robot que todo niño conocía, era éste quien enseñaba a caminar a los neonatos, era éste quien les enseñaba a hablar. El NM-24 era lo más parecido a una madre que conocería un niño en el siglo XXII. En este siglo, los niños eran criados por robots en casa-cunas subsidiadas por el gobierno mundial, los apellidos y la pertenencia a una familia no significaban nada. Sólo tenían un numero por nombre, un numero asignado según una compleja serie de variables que hacía a cada niño único, y a su numero, irrepetible.

Este hombre parecía tener un nombre. Toda la pared de su cuarto estaba cubierta de imágenes de sí mismo. Y en la mayoría de ellas se podía leer una palabra que él parecía relacionar consigo, un nombre, Cupido. En algunas imágenes, las más burdas, la palabra parecía temerosa, cómo si no debiera ser escrita, cómo si hombre hubiera tenido miedo de perderla al escribirla. Y en muchas imágenes aparecía la mujer de la imagen que sostenía, y otro nombre. Venus.

Si a la unidad X7645c del modelo NM-24 le llamaran Venus nunca respondería. Pero así parecía llamarle él, era un asunto extraño. A pesar de guardar celosamente registro de todo lo que ocurría con cada niño, X7645c no podía dar más información de 35738414 de la que ya tenían. No sabía porque la llamaba Venus o de donde había sacado el nombre Cupido. Lo que sí podía recordar es que desde niño le había gustado rayar las paredes, y que solía pasar horas jugando con Perro y Gato, las mascotas de la casa-cuna del sector 1723.

X7645c no tenía porque responder a aquello que no le habían preguntado. No tenía que contarles del cuaderno que él le había regalado unas semanas antes de graduarse del colegio y partir para siempre. No tenía razón para pensar que a ellos podría importarles la historia de cómo una noche mientras todos los niños dormían, él regresó. Creía que no había razón para decirles que durante muchas semanas llegó con flores a hacerle compañía. X7645c no les dijo que había permanecido muy quieta para que él pudiera dibujarla. Pero sobre todo evitó decirles que pensaba ir a visitar su lugar de descanso.

Fue una noche. Los niños ya estaban durmiendo, y las maquinas que los alimentaban podrían ocuparse de sus necesidades por un par de horas. X7645c se sentó sobre la tumba de él. Lo cierto es que nunca había hablado mucho y no sabía que decir. Estaba programada para escuchar atentamente, eso era lo único que sabía hacer. Y escuchar fue lo que hizo. Oyó el ruido del viento al cruzar por lo edificios que rodeaban el cementerio, el sonido de personas caminando por el primer piso del cementerio. Escuchó el aullido de los perros con atención, y finalmente oyó el sonido de pasos que se acercaban. X7645c se levantó y miró atentamente a la sombra que se acercaba. Fue como verse en un espejo. Antes de siquiera darse cuenta escuchó el sonido de un cráneo romperse y vio su imagen reflejada caer al piso. Venus estaba muerta y X7645c regresó a la casa-cuna del sector 1723 mientras disfrutaba de los sonidos de la noche.

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