domingo, octubre 29, 2006

Los cerdos han volado...Gracias Live 8

Dos años despues, he visto el concierto de Pink Floyd en Live 8 Completo, que lindo... ME gusta tomar fotos, y me gusta ver las fotos que otras personas han tomado, y no sólo disfruto de las fotos macabras al estilo de Witkin. Sino que tambien disfruto esas otras fotos en las que se siente que se ha captado un trozo del alma del mundo y de nuestro tiempo. Fotos cómo las que voy a usar para esta historia.

La calle parecía extenderse infinitamente desde donde me encontraba parado, el sol llevaba horas cayendo intensamente sobre mis hombros, tenía sed, y sentía que los pies se cocinaban dentro de mis zapatos. Ni una sola nube en el suelo me hacia sentir esperanza de salir de ese lugar.

En principio el recorrido era bastante sencillo, salí de mi casa en el punto A, y me dirigía a un lugar situado a unos 3 o 4 kilometros de distancia, había revisado mi itinerario en un mapa, la cosa era simple, tras caminar una calle hacia el norte sólo tenía que doblar a la izquierda, seguir la ruta de los buses por tres o cuatro cuadras y luego volver al norte hasta verme en frente de una casa gigantesca, que antes solía pertenecer a un senador muy conocido en mi país. Pero que éste había vendido para pagar a los jueces que serían los encargados de declararlo inocente a pesar de haber sido capturado con las manos en el dinero.

Fue justo antes de volver a caminar al norte. Dos calles estaban demasiado cerca una de la otra, y no estaba muy seguro de cual tomar. Le pregunte a un hombre cómo llegar a mi destino, me dijo que lo más logico sería seguir cualquiera de las dos calles directamente hacia el norte, pero que el me recomendaba seguir otra via. En ese momento dejé de ponerle atención, sé que siguió hablando y que sus indicaciones eran complejas e implicaban dar un gran rodeo para llegar a mi destino.

Obviamente seguí una de las dos calles, ¿cuando se ha visto que un hombre inteligente ignore que la manera más rapida de llegar de un punto A a un punto B es siguiendo una trayectoria recta?. Eso fue hace unas dos o tres horas, creo. Sé que eran alrededor de las once cuando empecé a caminar, y que una hora despues todavía seguía caminando, sin haber visto todavía una salida de esta calle. En ese momento miré hacia atras y pensé que ya debía estar cerca de la mitad, si no la había pasado ya, y que la manera más rapida de salir sería seguir adelante.

Otra hora despues supe que ya tenía que haber superado la mitad, aunque ambos lados se veían igualmente lejos, pero fuera como fuera si me devolvia todavía tardaría mucho en llegar a mi destino. Media hora más tarde fue la unica vez que sentí que en verdad había avanzado. A lo lejos vi una silueta oscura, y mientras me acercaba descubrí que casi toda la silueta correspondía a cajas, y sobre una de ellas una pequeña niña miraba el horizonte; su rostro no sabía si llorar o reir.


Le pregunté si vivia cerca, pero apenas levantó el rostro. Le seguí haciendo preguntas, pero ella no respondía a mis intentos de comunicación. Finalmente, creo que cansada de mi presencia, levantó su brazo izquierdo y me dijo: mi mamá se fue por alla. Pensé que nadie dejaría una niña tan pequeña cuidando tantas cajas por mucho tiempo, así que su madre debía conocer alguna manera de salir.

Media hora despues ya no era capaz de ver a la niña detras mio, pero adelante podía ver otras siluetas, siluetas que se mantenían en el mismo lugar, pero que hacian pequeños movimientos, como los que se hacen cuando se lleva mucho tiempo esperando. Mientras me acercaba descubrí que eran un grupo heterogeneo de personas, una mujer, la unica del grupo, probablemente la madre de la niña de las cajas era la que más desesperada estaba. Un hombre joven estaba sentado escribiendo algo en un cuaderno, de vez en cuando levantaba su vista, sus ojos se hacían más pequeños, un rictus de desagrado se apoderaba de su boca y volvía a su cuaderno. había tambien un señor de edad, que estaba bastante tranquilo a pesar de que el sudor había manchado por completo su camisa.

Al frente del grupo estaba una avenida, tanto a la izquierda como a la derecha se veía cómo si la avenida no tuviera fin hacia ninguno de los dos lados. Le pregunte a uno de ellos por la dirección a la que me dirigía. Él sonrió como se sonrie a una pistola, como pensando, de manera más bien inconsciente, de que no serian capaz de dispararle a alguien que sonrie; y me dijo que para llegar alla, todavía tendría que cruzar la avenida, y luego caminar unas cuatro o cinco cuadras más. No está tan lejos me dijo, yo tambien me dirijo allí.

Esperé un buen rato a que cambiara el semaforo, los carros no cesaban de pasar al frente nuestro, el hombre que compartía mi destino me dijo no había manera de cruzar a menos que ellos se detuvieran; cómo para probar esto, un joven corrió por la avenida, cuando llegó a la mitad una sonrisa se posó en su rostro, y un carro, aparecido de la nada chocó contra él. El auto no se detuvo, pero el cuerpo voló por lo aires un par de decenas de metros, y aterrizó de nuestro lado.

El semaforo está dañado dijo la mujer. El joven que escribía levantó el rostro, y miró al cadaver durante unos cuantos minutos, luego volvió a su cuaderno. Me quité los zapatos y me senté al lado del joven que escribía. Cuanto tiempo llevas aquí- le pregunté. Desde ayer- me dijo, -Tranquilo, finalmente habran de venir a arreglar el semaforo, ya no deben tardar demasiado. Intenté preguntarle si muchos estaban desde el dia anterior, pero volvió a enfrascarse en su cuaderno, y no obtuve respuesta. El señor de la camisa sudada me respondió, -Ayer en la noche eramos un grupo más o menos grande, unas quince o veinte personas, pero esta mañana antes del amanecer algunos de nosotros se fueron hacia la izquierda, y otros hacia la derecha, ninguno ha regresado para explicarnos como llegar al otro lado; el joven que murió hace poco estuvo aquí desde anoche, fue el tercero que probó cruzar corriendo.

La situación se veía mala, podía intentar devolverme, pero serían horas de camino antes de poder salir, y mi destino se hallaba a sólo cinco cuadras de distancia. Por otra parte, era cierto lo que decía el joven que escribía, en cualquier momento podrían llegar y arreglar el semaforo, y más si el problema había empezado el día anterior. Y si no lo arregalban pronto, siempre era posible que alguno de los del dia anterior regresaran del otro lado para decirnos que habñia manera de cruzar. Me acomodé y esperé, el sol no había bajado mucho.

Nadie tenía un reloj pero, por la posición del sol, pienso que debían ser alrededor de las cuatro cuando todos los estomagos como si se hubieran puesto de acuerdo sonaron al mismo tiempo pidiendo comida. Alguien dijo entonces que los tecnicos de reparaciones de la compañia de semaforos dejaban de trabajar a las 4, así que podíamos regresar por donde habíamos venido, o esperar al día siguiente. Esperamos, casi todos esperamos, un joven que no llamaba la atención en lo más minimo, una de las tres personas que habían llegado despues que yo, decidió devolverse y se llevó con el a una joven de cabellos rubios y largos que había estado alegrandonos el día a todos un poco.

Eramos un grupo más pequeño que el del dia anterior, como señaló el señor de la camisa sudada. PEro todos teníamos hambre, de alguna parte sacaron una lata de salchichas que repartimos para calmar un poco el hambre. Va a hacer frio esta noche- dijo la mujer. Podríamos hacer una fogata para mantenernos calientes más tarde. Un hombre alto y moreno que se había mantenido lejos del grupo, la ultima persona que había llegado, dijo: como a veinte minutos caminando hacia alla vi a una niña sobre cajas, podríamos usar esa madera para calentarnos.

La mujer al principio no estaba muy de acuerdo, pero luego pensó que sería mejor tener a su hija y sus cajas con ella, así que aceptó. No fui con la expedición a buscar madera. Los que nos quedamos no hablamos mucho, pero nuestros estomagos nos brindaron un hermoso concierto gastrico. Cuando los otros regresaron, sus estomagos se unieron a las quejas de los nuestros. Un sólo pensamiento recorrió todas nuestras cabezas, teníamos que encontrar comida.

Yo y el hombre de la camisa sudada nos ofrecimos a buscar cosas comestibles en los alrededores. La niña quería pasear también, yo miré a mi compàñero, y vi en sus ojos justamente lo mismo que yo estaba pensando. - No me atrevo a llevarla a menos que su madre tambien nos acompañe; y así fue. Una media hora despues regresamos ambos hombres con una bolsa de carne, y dijimos que las dos mujeres habían preferido seguir caminando para buscar otra manera de cruzar. Creo que nadie nos creyó, lo importante es que teníamos comida.

La noche no fue tan mala, es cierto que hizo frio, y que no hubo un sólo minuto en que hubiera sido posible cruzar. Pero nuestra barriga estaba llena, y yo al menos, tuve sueños lindos.

Sigue continuando...

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